Si bien desde finales del siglo XV, y sobre todo en el XVI, la Iglesia ya adopta medidas para la conservación del patrimonio, se puede decir que en lo hoy denominado Patrimonio Cultural la Catedral de Segorbe inicia su andadura con la decisión capitular, a principios del siglo XIX, de conservar las tablas del renacentista Retablo Mayor sustituido en la reforma neoclásica del templo catedralicio:

“Se acordó que los señores Deán y Lozano dispussiesen se colocasen en lugar oportuno las tablas de las pinturas del antiguo retablo maior, poniéndoles antes unas guarniciones corladas al uso del día”

Reunión capitular del 25 de mayo de 1801.

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A partir de este momento, las donaciones realizadas fundamentalmente por eclesiásticos –como el relieve atribuido a Donatello que se recibe en 1801 o el tríptico de la Pasión de talleres de Limoges recibido en 1802, por citar unos ejemplos-, marcan una trayectoria comparable con lo que está sucediendo en otros lugares, valorando fundamentalmente el patrimonio mueble de raíz religiosa como un bien cultural en la línea de cumplimiento de la normativa legal que sobre estos se aplica y la tutela que se ejerce desde la Administración.

Surge así lo que hoy conocemos como Patrimonio Cultural catedralicio, un conjunto conformado durante la larga trayectoria histórica de la institución que lo alberga y las personas que la sirvieron, adaptándose a las diferentes normativas legales de los momentos históricos, y dando respuestas estructurales a las necesidades generadas para la conservación, protección, estudio y accesibilidad del tesoro artístico y documental.

La historia de la Catedral de Segorbe, en lo que a la conservación de sus bienes culturales se refiere, nos habla de la Librería como un espacio para guardar, estudiar o trasmitir el conocimiento humano ya en los inicios del siglo XV; de la conservación del patrimonio documental en su Archivo, a cuyo frente existe la figura del canónigo archivero con sus obligaciones al menos desde 1607; de la Biblioteca entendida en sus funciones como institución humanística, con un capellán responsable desde 1694, o, ya más recientemente y sobre todo bajo la influencia de lo acontecido durante la Guerra Civil, la creación en 1949 del Museo Catedralicio para mostrar públicamente el patrimonio mueble conservado.

La preocupación de la Iglesia en la custodia del patrimonio cultural y su preservación al servicio de la sociedad, una actuación de larga trayectoria de siglos, pese a las pérdidas fruto de expolios o destrucciones por acciones humanas, en el caso de la Catedral de Segorbe aún permite conservar y contemplar una rica herencia histórica, cuyo legado y transmisión es una de las preocupaciones permanentes en las actuaciones del Cabildo Catedral que lo tutela y gestiona.

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